Hoy viven una pesadilla constante o han terminado su vida de la peor forma, porque la vía para conseguir estas metas, no han sido licitas. Es importante el factor económico, pero no es el fin último, ni el que te hace feliz. Existen muchos ciudadanos que son felices porque lo primordial para ellos es ser buenas personas, buenos profesionales, reconocidos empresarios, pero haciendo un trabajo lícito y transparente. Muchos éxitos se logran por la excelencia humana y profesional; el esfuerzo y sacrificio finalmente da al ser humano una mejor condición de vida, que armoniosamente lo comparte con sus semejantes. También, existen muchas personas que son oportunistas, que les gusta tener cosas a lo fácil; este tipo de personas abunda en nuestro país. Mucha gente en su voraz deseo de tener riqueza es capaz de todo, matar, mentir, robar, etc. Acciones que han puesto en jaque a los ciudadanos emprendedores.
El informalismo, la delincuencia, corrupción es un problema agravante en el Perú, un clamor popular que es aprovechado por los políticos, quienes piensan tener la solución de este caos en el que vivimos argumentando una serie de propuestas. Hay una gran responsabilidad política, de nuestros gobernantes en los problemas que enfrentamos; muchos jóvenes, son presa fácil de las artimañas de la delincuencia porque la educación que reciben en nuestra nación, es deficiente. La educación, es el pilar fundamental para el desarrollo de los pueblos, pero los procesos educativos, dentro de las instituciones educativas a nivel nacional, no tiene la atención, ni fiscalización adecuada y como consecuencia de ello tenemos profesionales mediocres, informalismo, corrupción, etc. La educación, en las instituciones educativas públicas y privadas del país, en su mayoría es precaria; de esto aprovecha el poder económico y político.
A muchos empresarios y gobernantes no les interesa que los estudiantes, niños y jóvenes del país, tengan una formación preponderante; para ellos es beneficioso tener profesionales mecanizados, trabajadores y ciudadanos sin estudios; porque así tienen mano de obra barata, trabajadores que no conocen sus derechos, jóvenes que ansiosos por la fama, la riqueza y el poder aceptarán cualquier trabajo no importa si es fuera del marco legal. El informalismo, la mediocridad y el oportunismo, es una lacra social generalizada; esto ha generado que pocas personas mafiosamente, se hayan hecho de la riqueza el poder y la fama, ayudados por la gente sumida en la pobreza e ignorancia. A los estudiantes de hoy no les importa la calidad académica, sino, tener lo más pronto posible un título que lo avale como tal, conseguir un trabajo y tener dinero; esto ha generado que muchos hayan logrado tramposamente sin saber leer ni escribir una profesión y un puesto de trabajo que finalmente tiene resultados catastróficos.
Cuánto necesitamos en este contexto de pandemia tener ciudadanos reflexivos, críticos ante un sistema avasallador que todo nos impone, conllevando a la muerte a pausas a la humanidad. Mientras que las autoridades de turno son indolentes con las necesidades de la gente, en más de un año de la COVID 19, no hay mejoras en el sistema de salud, educación y todos los demás sectores. La pandemia nos enseña que la vida no se compra en una tienda, en un supermercado, en el espacio más lujoso. La riqueza, la fama y el poder, del cual mucha gente se ha vanagloriado, es muy endeble y también está en amenaza constante por el virus que causa desolación y muerte en el mundo. Necesitamos unirnos en solidaridad para resistir y juntos como hermanos vencer a la catástrofe sanitaria, con la esperanza de cambiar muchas actitudes y caminar practicando la justicia, la generosidad y la verdad. (Por: Reynaldo Núñez Idrogo).
